EL ESPÍRITU OMOTENASHI HOSPITALIDAD PERFECCIONADA POR MILES DE AÑOS

Desde el Siglo VIII, el tradicional alojamiento japonés, o ryokan, ofrece un respiro a los viajeros fatigados. Imagina a los comerciantes cargando sus baúles a lo largo de la afamada carretera Tokaido, que vincula Kyoto con la ciudad capital de Edo (la Tokio moderna), o a los Samuráis viajando al encuentro con su General. Además de obtener un buen descanso nocturno y una reconfortante comida, los viajeros también podían sumergirse en un onsen, o aguas termales, para aliviar dolores y penas predecibles en un viaje tan duro. Por increíble que parezca, más de mil años después, la misma experiencia puede disfrutarse hoy en día. ¿Qué hace posible esta longevidad? En una palabra: omotenashi.

La devoción al omotenashi, u hospitalidad a la medida, se encuentra en el corazón de la experiencia ryokan. Pero omotenashi es más que simplemente ofrecer un ambiente acogedor. Omote significa “cara pública”, una imagen que desearías mostrar al exterior. Nashi es “nada”. En conjunto, se traduce como el servicio desinteresado que es puro, a corazón abierto. Es anticipar las necesidades de los invitados sin esperar recompensa alguna. ¿Qué tan al pie de la letra debe ser tomado? En los días de los samuráis, se esperaba que el ryokan se diseñara en sí mismo con las necesidades específicas del visitante para el que estaba diseñado. El ryokan era construido con puertas bajas, estrechos escalones y pequeñas entradas para proteger a los visitantes de las blandientes espadas de sus enemigos.

La tradición cuenta que tiene su origen en un espacio aún más tranquilo: la ceremonia japonesa del té. Podemos seguirle el rastro hasta Sen no Rikyu, el padrino de la ceremonia japonesa del té. Su estilo de entretenimiento lleno de gracia incluía una comida de varios tiempos y té preparados justo frente a sus visitantes. Pero la comida fue más allá de satisfacer su hambre física. Para complacer necesidades estéticas e intelectuales, la mente tanto como el cuerpo, la experiencia incluía la curaduría bien pensada de un poema, un arreglo floral de temporada y nunca faltaba un apasionado debate. Se le conocía como ichi-go ichi-e, “una experiencia que se vive solamente una vez en la vida”.

La esencia del omotenashi continúa permeando en la industria japonesa del servicio hasta nuestros días. Puede notarse en el agua y toalla tibia que aparecen apenas te sientas en un restaurante, en el soporte para bolsos en el ATM y en el personal de los trenes que hacen una reverencia a cada pasajero. Incluso la manera en que la comida es cuidadosamente preparada e ingeniosamente emplatada está inspirada por el omotenashi.

Al respecto, piensa en tu experiencia en casi cualquier restaurante de sushi, en cualquier parte del mundo. Los chefs se colocan en la cocina de cara a los clientes sobre un largo mostrador. Preparan la comida a la vista de todos, no hay nada que ocultar. A corazón abierto. Se dirigen individualmente a cada comensal. Claramente, el espíritu omotenashi ha evolucionado bien en nuestra modernidad, en la vida cotidiana, así como también cruzado fronteras.

Omotenashi en el Siglo XXI se expresa a sí mismo en una sorprendente variedad de formas. Los hoteleros están mezclando amenidades modernas con cualidades de simplicidad, serenidad y extrema hospitalidad para ofrecer una muestra del tradicional ryokan.

El hotel internacional Radium Kagaya en Taiwan, por ejemplo, enaltece muchos elementos tradicionales. Las recamaras tienen mesas bajas y cojines, los baños son suministrados con aguas termales. Más relevante aún, un servicio de mayordomo con personal instruido en el arte del omotenashi está siempre dispuesto para entregar el más alto nivel de hospitalidad japonesa. Sin embargo, junto a estos detalles típicos, vienen los modernos. Piensa en estelares panorámicas desde un decimosexto piso, pantallas planas y las últimas creaciones en coctelería.

¿Será posible que en esta era digital omotenashi también sea una expresión de alta tecnología? The Millennials Shibuya en Tokio (todo un paradigma para jóvenes turistas) crea una experiencia a la medida a través de una aplicación. Situados dentro de su Cápsula Inteligente, los visitantes personalizan su estancia mediante un dispositivo. Pueden programar su propio despertar, de modo que todo suceda imperceptiblemente. La alarma rumorea, las luces encienden gradualmente, su programa matutino predilecto empieza a transmitirse. Todo mientras la cama eleva poco a poco su posición para desadormecerlos. Sí, parece que incluso nuestra tecnología toma su inspiración de la antigua devoción japonesa por el servicio desinteresado.